Mayo 2016
El legado de Robert, de principio a fin, logra atrapar la atención de sus lectores. Incluso, había momentos en los que me transportaba al escenario de clase y recordaba diversas anécdotas académicas de cuando era estudiante. Pero, además, me identificaba con Robert en sucesos de mi entorno profesional. De hecho, la conexión con Robert fue inmediata, por momentos me sentí tan compenetrado con su mundo que terminaba sintiéndome él y experimentando sensaciones y deseos de interferir en las escenas y retos de la obra. Es así como existieron momentos en los que me intentaba adelantar a los desenlaces, creyendo haber encontrado la forma de resolver los diferentes obstáculos que se atravesaban. Es ahí donde El legado de Robert cumple su misión de enseñanza-aprendizaje, estimulando la imaginación, la creatividad y el aprendizaje por descubrimiento, poniendo cada cosa en su sitio y recalcando el valor de no precipitarnos a dar respuestas inmediatas o actuar de forma apresurada, sin haber considerado el pensamiento lógico.
Robert enseña a primero observar y analizar, a tomar en cuenta los elementos y el sistema en conjunto, a tener control de las emociones y a no encaminar las acciones a soluciones sintomáticas (Ej. reparación de una avería). Motiva a trascender hacia soluciones holísticas, usando estrategias y herramientas más poderosas que contemplen la ideación, la creación y la implementación de métodos reproducibles y perdurables en el tiempo. Necesitamos que las “soluciones” no solo atiendan lo inmediato, sino que además se conviertan en filosofía de vida y lleven a respuestas duraderas para el desarrollo empresarial, basadas en el ser, el saber y el hacer. Tal como lo expresa su Slogan: “Filosofía de auto-aprendizaje y transformación empresarial”.
El legado de Robert atrapa, nos sumerge en un mundo tan detallado, lleno de necesidades y retos cotidianos de un profesional, que en nuestra mente se convierte en realidad.
Jorge Suárez Zuluaga.
Ing.Industrial. Coordinador de logística Lubrilassos.